BulnesHace un tiempo no muy lejano, en un pequeño municipio asturiano una arriesgada idea afloró. Corrían los primeros años de la década de los 80 y Taramundi veía como su demografía se sumía en una profunda despoblación. Pronto, el Ayuntamiento del lugar comenzó a buscar alternativas para reavivar la llegada de personas al municipio y en 1986 se puso la primera piedra de toda esta historia.

Porque fue en ese año cuando se llevó acabo una maniobra arriesgada y loca, pero que contaba con el apoyo del vecindario. Hablamos del primer hotel rural, símbolo por aquel entonces, de la desesperada lucha por evitar la emigración de los jóvenes. Nació La Rectoral, alojamiento pionero del turismo de tradición. Pero no fue fácil.

Influyó por un lado la subvención de la Dirección General de Turismo, lo cual permitió poner en marcha la rehabilitación de la que era la Casa Rectoral de Taramundi. Por otro, el entusiasmo de sus gentes, que fue ciega a lo arriesgado del proyecto, ya que invertir y convertir aquella antigua casa en un hotel de lujo era toda una moneda al aire. Por suerte, una moneda que calló mostrando su cara. Y es que a partir de aquí el alojamiento y la localidad empezaron a ganarse poco a poco el reconocimiento de epicentro del turismo rural de calidad.

El paso de los años asentó al proyecto, y a su vez creció de la mano del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y sobre todo, y una vez más, de la mano de los habitante de Taramundi, que invirtieron para rodear a dicho alojamiento de otros homónimos, así como de espacios culturales y restaurantes. Taramundi había renacido y lo había hecho por todo lo alto, sin ser consciente del fenómeno que acababa de crear: el turismo rural.

Han pasado tres décadas desde entonces. 30 años de evolución fácilmente analizables a través de las cifras, pues según confirma el Sistema de Información Turística de Asturias, la región contaba en el último periodo de 2015 con más de 18.300 plazas.

Esto supone “una barbaridad”, para Adriano Berdasco, presidente de la Federación Asturiana del Turismo Rural, quien presume orgulloso de como la locura de Taramundi hoy es una genialidad que agrupa el 21% de las plazas hoteleras de la comunidad asturiana.

Posicionado y asentado en este mercado, Asturias llega a nuestro presente con casonas, albergues, campings, casas y, por supuesto, hoteles. Con ellos afronta nuevos debates, donde se lucha por conservar ese espíritu del medio rural. No es tarea simple, pues el negocio contemporáneo pone trabas, empezando por el deterioro que supone sobre el paisaje la “masificación” turística, libre de límites en según qué espacios.

Por ello, el turismo rural tras estos 30 años de éxito, mira al futuro buscando el equilibrio entre la atención al cliente y la misma sobre el paisaje. “Enseñar lo que tenemos y lo que sabemos hacer es la clave del turismo rural de cara al futuro”, asegura la gerente de La Rectoral, futuro que gracias a Taramundi nos invita a seguir disfrutando y cuidando del paisaje, gastronomía, alojamientos y recursos naturales de nuestro país.