spot_img

Javier Fernández reivindica el “derecho a convivir” ante la “tensión provocada por el independentismo en Cataluña”

Miles de asturianos viven fuera del Principado. Muchos enraizaron en otras tierras hace ya generaciones y continúan escribiendo nuestra historia de ultramar. Otros se ven obligados a emigrar ahora, en nuestros días, a buscar trabajo lejos de esta comunidad. Ellos son como siempre los primeros destinatarios de este mensaje con motivo del 8 de septiembre, el Día de Asturias.

Ellos y quienes están en paro, quienes carecen de recursos, sufren
problemas de salud, padecen violencia de género, dificultades
personales y familiares, también quienes buscan en Asturias un lugar de acogida. Esas personas deben recibir antes que nadie el afecto y el respaldo del Gobierno del Principado.

Hoy estamos convocados a una jornada de celebración con una gran
agenda festiva prevista en Llanera, en el corazón de Asturias. Os animo e invito a participar, a conocer y recorrer ese magnífico y querido concejo.

También es un día apropiado para que pensemos en la Asturias de hoy. Ya no nos definen viejos rasgos, aquellos surcos profundos que parecían pétreos y fosilizados décadas atrás. La Asturias de la hegemonía industrial de la empresa pública, la del aislamiento, la nublada por la contaminación, marcada por la conflictividad social y el recelo ante la iniciativa privada. Esa Asturias, la sometida a una fortísima reconversión que transformó radicalmente su modelo económico, no es la Asturias de hoy.

Es bueno que reconozcamos que el cambio se ha producido, que existe otra realidad que requiere planteamientos y soluciones propias de la segunda década del siglo XXI. No apliquemos plantillas del pasado. Tenemos dificultades e importantes desafíos, pero también contamos con notables fortalezas, como un Estado del bienestar que ha salido reforzado de la peor crisis del mundo occidental desde hace casi un siglo. Podemos sentirnos orgullosos del sistema educativo, de la red sanitaria, de unos servicios sociales en permanente puesta al día para atender las nuevas necesidades que se producen.

Todos esos servicios articulan un inmenso patrimonio colectivo, al igual que la capacidad acreditada para preservar la diversidad y calidad del paraíso natural, otra de las señas que nos caracteriza. Esta Asturias de hoy es, además, una sociedad trabada, reivindicativa y exigente contra la corrupción, uno de los más graves males que erosiona la democracia española. Quienes desempeñamos algún cargo de responsabilidad estamos obligados a hacer del combate contra la corrupción un mandamiento cotidiano, indeclinable. Os aseguro que ésa es la voluntad decidida del Gobierno del Principado.

Para avanzar en la Asturias que cambia y evoluciona, para consolidar su progresiva recuperación económica, su desarrollo social y su calidad democrática son deseables grandes acuerdos, como los que han permitido alcanzar la concertación, o combatir la violencia contra las mujeres También los que propicien la ordenación del área central y enfrentan el desafío demográfico.

Responder dando la espalda al diálogo y despreciar por principio las ofertas de entendimiento puede resultar provechoso para el cálculo
electoral, pero es dañino para afianzar el progreso del Principado. Con
esa convicción insisto en defender la negociación y el pacto desde el
inicio de la legislatura y continuaré haciéndolo hasta el final del mandato.

Hace unas semanas, el fanatismo asesinó a 16 personas en Cataluña. Vuelvo a expresar la solidaridad del Gobierno del Principado, seguro que compartida por toda Asturias, con la sociedad catalana. Precisamente, la solidaridad es uno de nuestros valores más incrustados. No podemos sentirnos ajenos a ningún intento de quebrar ese principio, imprescindible para la cohesión entre los ciudadanos de distintos territorios. La solidaridad, la lealtad institucional, el respeto innegociable al ordenamiento jurídico son reglas básicas del modelo que ha permitido nuestra convivencia desde el fin de la Dictadura. Ponerlo en riesgo es una irresponsable temeridad. Hoy, en la celebración del Día de Asturias, no quiero quedarme cómodamente al margen de la tensión provocada por el independentismo en Cataluña y reivindico el derecho a convivir, reclamo respeto para las reglas del juego que han permitido construir un Estado democrático pleno de derechos y libertades, un espacio donde importa más la ciudadanía que el lugar que figure en la partida de nacimiento. Créanme que el futuro de ese Estado, de ese modelo de convivencia, será también el futuro de Asturias.

Concluyo invitándoos de nuevo a participar en Llanera en la celebración del Día de Asturias. Un año más, sobran motivos para sentirnos orgullosos de nuestra tierra.

Feliz Día de Asturias.

spot_img

Lo + leído

Artículos relacionados